viernes, 9 de diciembre de 2011

Amalia Mercedes Abaria

AMALIA MERCEDES ABARIA
(Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Buenos Aires)

EL QUE CALUMNIA
Caminos (Botella al Mar, 2009)

Avanza con el tridente
esparciendo el aliento de la flor envenenada,
desplegando sus palabras de espinas
clavando los surcos
por donde el ultraje quema.

Mientras, muerde cada cavilación,
cada intersticio de la lengua
y sus escamas resplandecen con cada victoria.

Entonces, el viejo animal trepa a su muralla
y mira alrededor
y no hay nadie, nadie.

Está solo con su magma.

Ni siquiera puede llorar.


LA FINITUD

Es un muro que nos espera
o la sombra de ese horizonte
que aún lejanamente vislumbramos.

Se encuentra entre la luz y las cenizas
entre el alba y la noche
entre la vida y la muerte.

Queremos olvidarla,
hacerla desaparecer
taparla con una túnica verde
con árboles a los costados.

Pero está,
muda y remota,
invencible,
como una bella roca,
esperando
en el final del camino.


RECORRIDO DE LA LÁGRIMA

Nace de una memoria que fue amor
o de un capullo herido que envuelve su corazón
en el océano.
Como una perla herida corre hacia tu pecho
y nadie viene a ver, a escuchar,
a cobijar esta pequeña,
grande lágrima.

Ahora sigue buscando un recorrido,
buscando una roca que clame tu nombre,
deteniéndose a veces, en la orilla del silencio,
en el camino que las flores le negaron.

Por eso la lágrima no cae aún
y vuela hacia tu boca
y siente una pesada piedra detrás de sus bordes,
dilatándose como un aullido,
comiéndose el gusto helado del vacío.

No cae aún
porque quiere ver cómo es el precipicio,
cómo el delgado surco que la separa de tu amor,
desaparece.

Pero nadie vino a ver, a escuchar
y duda entonces si avanza con su lanza de lamentos
o busca la campana que adentro todavía suena.


APENAS VIVIMOS

A veces caminamos por calles
donde estuvo la infancia,
donde el musgo huele a piedra de juguete pesado
y un rostro resucita un calendario largo.

No hay auxilio para tantos recuerdos
cuando lo preciso es sólo un destino matemático
y en el alma hay olores de rodillas,
a manos, a empujones
a violetas de vereda paseada de la mano.

Porque vamos por la misma calle lúdica de entonces,
con un poco de frío y dudas derrotadas
(los árboles apenas son distintos).

Así andamos,
un poco solos,
menos temibles,
con algo de viejo papel y leche primitiva
con las uñas mirando en el reloj de la última ventana.

Dónde estarán los ojos de ese tiempo
del que ahora nos llega lejanamente nuestro,
tan lejos de esta historia que graban las paredes
y las manos altas.

Por eso,
si tanto ha cambiado,
si hasta el último pájaro siguió su curso original

y los edificios se aplastan al asfalto
para llorar a gritos,
es mejor que sigamos.

Disimuladamente solos.

Antes de partir, queda el instinto


ENIGMA PARA HOY

El futuro es un sueño que nos come la carne
o toda la sangre para el comienzo.

Todo depende de este instante
y del próximo.

Alguna luz debe brillar mañana.


LLUEVE

Este cielo de gris que sueña para abajo.

Y anochece.

Esta absurda sensación de sentirnos libres
porque llueve.

Alguien corre.

La lluvia nos moja los zapatos.

Y huimos,
torpemente


EL HORIZONTE

Allí, en ese abismo de la pampa
o del mar o del desierto,
en ese abismo donde los ojos caen
y no hay nadie, nadie

En la hendidura del cielo
donde vuelas hacia esa línea dura
mientras el sol avanza y ya no puedes ver

Quieres lanzar tu corazón hacia la luz
sacarlo de tu cuerpo
y hacer como los pájaros
que huyen a la orilla del mundo
y no regresan.

Qué, quién
más allá de la frontera infinita…

Es el hechizo de esa línea
que te mantiene así,
puedes irte pero te quedas
puedes desaparecer
pero permaneces mirando ese final
lejos…

Cuántas veces
en la frontera inmóvil
vuelan capas de ángeles
y los caballos levantan sus cabezas
y en el cielo corren, corren…

Allí también vieron su sombra negra
aquéllos, antes de la batalla
con el recuerdo de esos días felices,
casi olvidados

con una tierra, árboles, hogar,
casi perdidos.


Horizonte, horizonte…

dueño de nuestros pensamientos, nuestras derrotas

nuestros sueños

Quizás alguien vislumbre desde ese punto,
nuestra frágil plataforma de hombre que mira

Y decimos entonces
que sólo existe esa línea pura,
perfecta, silenciosa.


AL AGUARIBAY

Con tu caudal de copa espesa,
con tus bordes de delicadas plumas pendulares,
con tu enorme curva de copa que cae,
llegas al perfecto mundo de la espera.

Como un manto de pequeñas cascadas, las breves hojas,
penden su silencio de árbol cóncavo,
como la sombra,
la sombra que abajo se derrama
y nutre la fina alfombra del suelo seco.

Si el pájaro busca su refugio
o cuando la lluvia late su honda transparencia
en las pequeñas ramas,
apenas la inmóvil forma se desplaza,
desgajándose apenas.

Sólo el viento hamaca definitivamente
su multitud infinita
y parece, entonces,
un muelle solo y perdido.


PASEO INEXISTENTE

Calle, tú no existes ahora,
a pesar de que paseo despacio entre tus árboles.

No tienes color ni te distingues
de otras innumerables que conozco.

He cerrado con dolor,
cada rincón, todas tus casas
y sigo, sigo caminando
autómata, no tengo alma.


CREACIÓN

(Se refiere a la creación del artista plástico e inspirado en el dibujo “Apheles” de Jorge Mansuelo)

Primero hay un sueño, una impresión,
el germen.
Solo con sus recuerdos,
en la noche piensa una forma pura ,
lejana aún.
Deja que surja ,
emerja de la corteza,
y quiera gritar,
como el perfil de una herida
como los ojos de alguien.

Una corteza abriendo una forma primitiva,
un remoto paisaje o un rostro,
una llama que vuela, o toda la pasión de un latido
que ahora sube hasta el final.

Piensa una imagen,
la figura que aún vive en las sombras de un recuerdo,
el color de la materia.
Un levísimo soplo que avanza.

Y ahora en la pared, el lienzo, el cartón
empezará el rito de la entrega,
del dolor, de la idea que bulle
como hojas brillando ,estirándose,
piedras, árboles, el mar, las casas,
la casa, el cuerpo, los cuerpos,
la forma entera.

Y así el infinito mundo
el espacio rojo, azul, desplegado, comprimido
marcha, muere, sigue, avanza nuevamente
con una idea violeta o verde,
aterciopelada,
viva.

Entonces sí, es su mundo, su universo de estrellas,
su mapa de colores, tiernos como palomas
o rojos como tigres de fuego.

Y descansa, y mira, y acaricia y mira.

Y no deja de mirar su obra.

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