viernes, 9 de diciembre de 2011

María Neder

MARÍA NEDER
(Merlo-San Luis-Argentina)


de “Fisura de boca”, Alción Editora, 2003


BODY AND SOUL

Construirte / montar cada palabra
sobre el falo de ti misma
hembra macho brutal espada poesía
voz / sonido en el aire
explosión quebrándome los huesos
aquí me tenés, renga, viciosa
lamiéndote y desaforada
por escribir / darte en el centro
con este lápiz
con la palabra –siempre la misma sed-
derramarme en oídos de otra lengua
seguir en la respiración alucinada
sin hallar el lugar donde el pie se apoye
exhausta
yo mujer mi hacedora
¡si pudiera!


FISURA DE BOCA

En el espejo hay una cebra.
Subir el volumen de su pelaje y ojos de luna.
Enunciarla.
Una voz en celo.
Una cebra en espejo amanece
por cada línea oscura invitadora.

Ir/yendo hacia los lugares peligrosos
subir una zona real e insegura por lo tanto.
En celo.

Humedecer los gritos
-no deberíamos tener tantos nombres-
y decir esta hambruna envuelta en trapos de red
es el hambre de mí.

Ponerse al revés la camisa
y las costuras de mis pieles a la intemperie.
Lamerme la cara a la cebra
en ascenso salvaje
salida del marco del espejo
y lamerme los huecos otra vez
-no deberíamos tener tantos nombres-.

La cebra se despega de citas furtivas.
El tren no para en todas las estaciones.
Las ventanillas espejan escondites de furia.
Muchos demorados escondites.

Es la caída de todos los templos
ante los ojos de luna de mi cebra en celo.
¿Se equivocan menos las manos?

Qué abajo el suelo y las baldosas, sí
cuatro líneas era cuando las pisaba,
se han convertido en figuras geométricas ideales.

El diccionario no le sirve a nadie,

ella es tímida y difícilmente domesticable
sabe que está en peligro de extinción

hay que subir el volumen de
un bramido fuego orgasmo vuelo pequeña muerte

sentir el temblor
la otra parte
escapada por el tejido abierto.


SAPOS EN LA CALDERA

¿Y qué haremos ahora
acabadas las pantagruélicas mesas
con el buitre devorándonos
estas rosas blancas tan otoño?

¿Qué haremos inundados de silencio?
¿Qué, con nuestras dos caras? multiplicadas
ocultan muertos / hambre / chicos
desorbitados / compás furioso de mirada
cruzados los recorridos y la lengua
danzando en la basura
encaje en los calzones y mierda en los zapatos
¿Qué haremos con el ansia enferma
primitiva voraz
absolutamente irreparable?


2

Ha llegado para cegarme
para que yo no sepa
para que nunca
pueda saber quién soy
cuál es mi edad
dónde mi padre.

5

Amanezco en este instante
como si una mano de mar
-ahora me sujeta/acurruca/ahora
me lanza hacia el vacío-
en el vacío lanzada desde
esa mano
ese pecho inmenso recinto
donde los peces de mi pasado
se comen unos a otros.
Amanezco
haciendo pie con mis senos lamidos,
palma contra palma
asciendo
hasta los huesos

(ya nunca más pisaré como antes)

en mi agua en el desborde
de mi cuerpo ronda ese tiburón

y mis peces
hacia la otra orilla.


de “Heridas de póker”, Ediciones del Dock, 2011

LUGARES

Aunque parezca romántico instantes perpetuos
se agrandan en una región de la memoria.
Son estallidos de un disparo
casi inadvertido que abandona en papel
aquel trazo del instinto y la coherencia.
Un aleph.
Una región en la piel
donde la palabra trébol queda a campo abierto,
lejanísima de todas las batallas,
la sostiene en el centro del ojo
cada vez que aparece el destello.

Lo inexorable es el aleph del otro,
como la distinción de los palos de la baraja,
la existencia cierta de la garra del ave de rapiña,
el sonido de los cuerpos en las calles,
la sucesión de bombardeos en el este,
y nuestra historia vivida al compás
de la historia del desvarío.

Viaje más viaje más viaje
para llegar a esta mesa de tréboles negros,
esta ciudad transexuada,
esta esquina final y subterránea.


ESTAMPA

Rotura de la madre.
Fiebre de la escritura anhelante de cauce
-agüita simple suave clara salvaje.
Letras desarmadas agotadas por tanto simulacro
palabrean en detenida infancia,
en marmitas donde se cuecen los bocetos,
donde caemos como despatriados
y la reconstrucción de azares llega
en cada gajo, cada consonante
como varios silbidos sostenidos por la mano
las manos hacedoras de alimento.

Y la caída dulce en la cotidiana
fragmentación del sabor de lo nombrado.

Fragmentación en gajos y la mirada absorta
de la iguana temblorosa
incapaz de vuelo, incapaz de piano,
de acorde en mí,
solitaria hembra enhebrando alas.


HACER SILENCIO

Si reiteras el gesto, la palabra,
secreto que delata la disparidad,
confesión ese naufragio de ser
la pulsión del encordado
(Ana Foutel cuando juega en el piano
y su silencio es alzar
los brazos en abrazo con el aire)

si volvieras a pronunciar la clave de fa
ausente en este pentagrama
donde vociferan las apuestas
(timbales manos picantes
tres ojos bizcos percusión
la mordedura de tu lengua)

deberás poner sordina,
tapar tu presencia enteramente
debajo aún más de un lienzo,
poner sordina. Hacer silencio.

El aire es el lugar
donde los garabatos de tu mano
escriben la arquitectura de otra ciudad
tan imposible como borgeana.

1 comentario:

  1. Gracias por la publicación! Quiero aclararles que nací en Ciudad de Buenos Aires, en el Hospital de Clínicas, pleno centro, crecí y estudié en Ciudad de Buenos Aires. Viví en varias provincias argentinas, entiendo que en Merlo, San Luis realicé actividades culturales con Puerto Almendro y por lo visto han sido determinantes pero ya cerré ese ciclo hace años. Saludos y nuevamente muchas gracias, María Neder

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