viernes, 9 de diciembre de 2011

Pilar Romano

PILAR ROMANO
(Corrientes-Corrientes)


ESTA MUJER

Soy mi propio invento cada mañana,
encerrada en una piel despierta,
lavada con lágrimas.
A veces me llama una luna engañosa
y me invita a subir por espirales blancas,
pero me quedo
y recojo mi siembra
en un campo riesgoso y sin nombre,
en ebrio silencio,
con la ansiedad enhebrando ruegos.

Hasta que llegan
los duendes de lo eterno
y me acercan palabras.


A VECES LA CERTEZA

El instante deambula
entre coordenadas de sombra y silencio.
Entonces
mi mente se escapa,
desnuda, indefensa
y se acerca al territorio en el que habitan
los custodios de la Certeza.
Gigantes inmóviles
sabedores del nombre
de las cosas que me habrán de ser quitadas.
Adivinos de la cifra
que mide mi menguante segmento hasta el final.
Hay un tiempo en que la duda
es misericorde y blanda, como un lecho
cuando afuera hay temporal.


DUDA

A veces no sé
si este legado de minutos
que vivo como vida
es tan sólo el soplo débil
de un gigante mezquino,
que me levanta apenas
sobre el guijarro y el limo.

O quizá este tiempo viene
de un hálito azul y supremo
que me da la fuerza de una diosa en celo
y algo aún más valioso que el cuerpo.

Tal vez debería
encerrar mis dudas detrás de una cerca
y hacer que mis manos
construyan con barro
y jueguen con gemas,
o inventen palabras
que quizá le hagan falta
a aquella
que seré yo,
cuando vuelva.


NO SÉ QUIEN

¿Quién estará conmigo
cuando toda la distancia caiga cansada a mis pies?

Tal vez el ayer se ilumine en un segundo
y traiga un rumor de lluvia repetida.

Quizá vuelvan la infancia y los gorriones
a renovar su gozo.

O tal vez regrese la primera hoja del primer libro leído,
y mi memoria, aún viva,
me recuerde que siempre puede hablar lo escrito.

Y creo que es posible
que una palabra
me haga renacer en ese instante.


TUS MANOS

¿Dónde está ese lugar
en el que viven tus manos?
¿Con qué límites, con qué colores
deberé dibujarlo?
Tal vez haya una palabra o un gesto
con que pueda inventarlas.
Pero ¿qué debo hacer para tocarlas?

Quizá ser joven otra vez,
alegre y bella.
o morir de tanta espera.


MISION

Vi el sendero tendido ante mí
y vengo,
con mis sandalias, mi nostalgia, mi oscuridad.
Tal vez un poco extraña, conmovida,
segura de tener enfrente
algún tipo de misión,
aunque vea que el sol sigue girando en el centro,
con su luz poderosa que inflama los verdes,
y que también siguen
el olor a pasto fresco
y a ciudad fatigada.
Pero hay cosas que debo ayudar a cambiar,
Por ejemplo,
encontrar un modo nuevo
de responder al lenguaje
con que nos habla la in-humanidad.
Tal vez palabras de ángeles
pronunciadas con cautela,
tal vez el idioma del coraje y la lealtad.
No más movimientos de hombros
como única respuesta.


POR SI ME FUI

Parece que es verdad que me fui.
Se parecen a las mías las huellas del camino.
Pero no vendas la casa todavía. En un hueco del frente
ha anidado una paloma
y en algunos cuartos huele a pintura fresca.
Han quedad allí mi farol y tu resolana.
Tengo un solo pedido,
si te paras junto a la puerta,
hazlo cantando alguna canción que hayamos cantado juntos.
Te escucharé,
sintiendo que cometimos un pecado casi perfecto.


EN VUELO

Las nubes se subordinan
a mi vocación de altura
y el mediosol engaña al horizonte
con un disfraz de almendra roja.
Pero no soy un pájaro.

Tan sólo una mitad de mí
está, tal vez por este solo instante,
en un raro espacio gris,
más allá de la estatura
de lo que desde la tierra es alto.

Delante de mí, cabezas.
Oscuras, rubias, rizadas, calvas.
Las coronas de espinas están en las maletas.
Yo no tengo una mía,
y tampoco está abajo.

Puedes pedirme que mienta
No soy un pájaro.


DESCANSAR

Necesito
pedirte prestado el pecho
para descansar un poco
y que mis dedos caminen
lentos, muertos de sueño,
desde el cuello a tu cintura
de tu cintura hasta el cuello,
sintiendo que marcan mío
ese riesgoso terreno.
Luego, no sé, diluirme
en la sombra o el silencio,
pero antes
necesito recorrerte
con dedos analfabetos
desde el cuello a la cintura
de la cintura hasta el cuello.


LLEGAR

Llego.
No veo claro el camino
ni las huellas anteriores,
pero llego.
Vienen conmigo mis máscaras, mi espejo
mis sueños y mis miedos.
Mi izquierda y mi derecha,
mi oscuridad y mi pensamiento
y el lapicito romo
con el que suelo escribir cuentos.
No, no llego sola,
vienen también mi nostalgia, mis mentiras y mi río,
mis amores y mis éxitos,
junto a mis reclamos,
escritos en un papel azul plegado en cuatro,


Y por detrás…
mi ausencia,
pero aún lejos.

1 comentario:

  1. Hola Norma, muy interesante recorrido por la poesía argentina.
    Muchas gracias!!
    Raquel

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