viernes, 9 de diciembre de 2011

Mónica Cazón

MÓNICA CAZÓN
(San Miguel de Tucumán-Tucumán)


PARTE DE LA HISTORIA

Congelar no tiene que ver con el frío
al menos en este caso
tampoco se trata de helar el líquido de tus ojos
para que sonrías ante un epitafio ocurrente.
Congelar, dicho del frío
es dañarte los tejidos
y especialmente producir la necrosis
de esa parte extrema expuesta
que nos roza, paralizándonos
sacándonos del reloj
y del florero con el agua hasta las rodillas.
Congelar
es tratar de detener este proceso
por tiempo indefinido.


CAMBIO DE DOMICILIO

Iré a otra tierra mejor que ésta,
habrá alguna
otro lugar que no llore el azúcar
por las tardes
o ruede los limones.
Mire adonde mire la ciudad me sigue
y juro que no le prometí amor eterno
pero es la memoria de estas horas
y el placer de esos amores rutinarios
la andadura que puedo ofrecerle.
El andén por donde se marcha nuestra historia
o se rinde ante el anochecer.
No nos engañemos
la ciudad continúa allí, esplendente
y nadie se vuelve vegetariano
por comer bifes pintados de verde
o exiliado
por marcharse a otros planetas.


LUEGO DE TANTOS AÑOS…

lo lógico
es pensar que me ama.
Tantos despertares y almuerzos
no son puertos de un suicida
y está el espejo, regalo de casamiento
y antigüedad de la familia
que refleja dos figuras en una misma sombra.
Es lógico, entonces, dada nuestra edad
los pasos seguros en idéntico suelo
y las miradas lascivas de tu joven vejez,
en el ruedo de las compañeras de tus hijas.
Y cómo no
el anular desprovisto de metales inapropiados
tan inapropiados como la rutina
de mi autosuficiencia forzada.
La lógica es esta maldita continuidad de comodidades,
para escaparle a la verdad
y el empeño de mis padrenuestros
para expiar no sé cuál pecado
por si acaso.
Para no merecerme su abandono.


SERIE “LAS ELLAS”


LA SANTA

Soy una mancha de aceite, pero no de oliva
el límite perdido de una calle
el otro lado del mostrador
y la rigidez de las velas en el reclinatorio.
Una santa arrepentida
cuando Dios se apodera de mi,
pero en las noches o en las siestas
los duendes me persiguen
y la mano abandonada en el aire
perdida en el debajo de la falda
se pasea por el patio y el jardín de invierno.
¡Ah estos dedos! que despistan los templos
los muy útiles y sagrados
sí que son capaces de amar de verdad,
sin verbos conjugados
y en el más absoluto estreno.
La boca seca, el final de la farsa.


LA LOCA

Como una gota de sal, ella se suelta dos veces al día
se incrusta
¿La sal puede convertirse en una lágrima?
¿Una lágrima es una gota de sal?
¿Se incrusta la lágrima? ¿O la sal?
La única verdad es esa lágrima compuesta
por un porcentaje de sal que patenta su dolor,
la loca anda suelta dos veces al día
todos los días
sin ropa interior porque asegura
que la libertad se vive desde la piel
y la quiere sentir.
Las lágrimas le recuerdan al mar,
al consuelo de su madre
al hielo derretido que rodaba por sus manos
cuando armaba los muñecos de nieve.
Ella asegura que egresó de la universidad
y se especializó en lágrimas.
Hay olor a café, a papeltinta
y un miserable afirma que todo es mentira.
Una mañana, todos dijeron que murió
yo creo que se fue con su profesor de Harvard.


LA MENDIGA

Esta tarde ella saldrá y lo ha comunicado
como algo perfectamente natural
la espera una película de Almodóvar
el pasto verde de la plaza
y los artesanos de la feria de Belgrano.
Irá a buscar el último best-seller,
ella también sueña de vez en cuando,
y su próxima apuesta será
esa bocina suicida que le sube por los muslos
porque no posee oídos,
es una desposeída que no se engaña.
Sabe que esos lugares están diseñados para confundirla
y tuvo que alargar la noche para acortar el hambre.
Lo cierto es que doblará por las esquinas
cruzará las avenidas
y manoteará el oxígeno de su única ración de pan,
da fe que eso ocurrirá una vez más
y los reproches son inaceptables.

CHARLESTÓN

Pensó que a medida que pasaran los días
el rostro reflejado en el estanque se marcharía,
pero era la época de los malvones
y las ramas con sus flores persistían en las ventanas
aún al concluir el día, como las palabras de la abuela
“el primer beso se da con los ojos, hijita”
Soplaba un aire fresco casual y propio de esa casa,
que no era la suya
igual que su cartera Vuitton heredada de la tía rica
como todo lo ocurrido
en su extensa estadía sin curas ni legalidades.
El ruido del organito de aquella película prohibida
era el único recuerdo que la distraía del té en el Charlestón.
Afuera, los candados brillaban bajo las luces
de la noche de invierno.
Su gran equívoco fue esa desmesura
una bocina manipuló el silencio
y supo que en ese breve instante
le habían arrebatado la última ficción.


ABRIL DE 1982

Mañana
un hombre sin sexo
caminará por el hilo del sueño,
ese que une la realidad de no verlo más.
Solamente
la sonrisa nueva en la foto vieja
y el último escalón,
del primer disparo.


JUSTO A LA HORA DEL TÉ

La lluvia cubre la casa de moscas y sapos coimeros
que interrumpen la hora del té
la ceremonia de pensar,
entre la humedad lenta prolija insidiosa
que desploma el ruido de la tarde
sobre la carta.
La carta borroneada
por el viento leve del después de la tormenta
bello fresco oportuno
la carta sin letras
sin palabras
con el remitente del gobierno de turno
y la firme convicción de echarme el llanto,
porque estoy harta de las cartas, de las moscas húmedas
y de los remitentes sin tu letra,
oficiales ínfimos helados.


CRONAKA IN EXTREMIS

Mientras los duendes continuaban su marcha
yo paría mi infancia
merodeaba por las afueras de la ciudad
en coches rosaceleste cuadrillé,
y de mis pechos se disparaban balas de leche
no las balas que los atravesaban, no de esas
se asombraban de las plazas soleadas
sin pancartas de humo
y de las grietas perfectas de mis pezones,
desmesurados acusadores del mundo.
Y yo jugaba
supongamos que ocurría porque era el momento
ese y no otro,
a pesar del diseño para la opresión y los golpes que nunca recibí
y los libros enterrados antes de que supiera leer.
No necesitaba soportar las inclemencias del camino
tampoco quería hacerlo,
no conocí las cachiporras y doy fe que nunca vi un Ford verde
estacionado por el vecindario, es decir
mientras los duendes fueron verdugos
mis muñecas jugaban carreras en sus triciclos nuevos
y creíamos que era Navidad, continuamente.
Mientras paría, señores
el mundo se desgarraba, abría sus piernas
ofrecía, pujaba
y se desangraba de dolor, por mí.

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