viernes, 9 de diciembre de 2011

Susana Szwarc

SUSANA SZWARC
(Quitilipi-Chaco)


¿HACIA DÓNDE?

Ningún nanómetro alcanzaría para cifrar la distracción.
Árboles. La caída de otro nido sobre la vereda. El fragmento
del nido sobre una rama. La hija que fotografía el nido.
Un cuadro: eso habrá de hacer, enmarcarse, enmarcarlo.
La madre atrasa las escaleras. Se ha trepado y salta
hasta aquí: canta.
Canta una melodía a su antojo. Me sigue me sigue,
la melodía está en mis pies.
(Huyamos: distraídas completamente saldremos
de ese trazo).

Que venga el tasador, que tase la distracción.
Sin herramientas (dirá )y el cielo es celeste.
El cielo es el techo, reclamo mi parte,
la parte que tiraste, distraída no encuentro ni una sobra,
distraída me alejo y me acerco. Es en la hamaca donde
se destina el recorrido. No se agota, no se agota ni más
ni menos que vos en tu anemia, en tu ayuno.


NEBULIZACIONES

“Nos abrimos para la cosa y la cosa se abre
para nosotros”
dice la soberbia de occidente
que pisa los talones
de mi propia soberbia.
Barrada hubiera sido si los árboles
descubrieran el bosque
pero la barra se rompe
y yo, amigas me caigo a pedacitos
justo
en los intersticios de la historia
siempre ajena.
He ahí, digo, alguna ética
es decir, mi falta de principios
es decir, ningún comienzo
o “la libertad ésa que funda la verdad
y que a la vez –anuncian- la socava”.
De lo que pacta el ser
sólo se escribe en otros cuerpos
mientras (el sombrero es de Beckett)
hablada por lo mismo
me reparto.

Algún celular suena.


DOS
a J.K. y a L.S


Un hecho: el arrojo de los dedos.
¿O es la música sola en la lengua,
en la punta, antes de la palabra? (¿O : ¿en la punta de las yemas?

Va
la mano entera
sobre la frente.
“La totalidad”, dice, “está ahí”.
Se ve una esfera en el espacio (hojaldres,
guadalupes, lirios del valle, trorik el sauce,
zumbidos ,Adonai, la cortina de bambú,
mao-amo, tojtes, degantzevelt,
mapa de mapas).

Y la suerte mía: extenderme
(ataviado animal) en la letra de su esfera.


DE INTRIGAS, EN TECHNICOLOR

La luna cuelga
todavía sobre la ciudad
su objeto distraído.
Una familia completa
con ese adorno la noche.
Los otros, los que leen,
(a veces se les escapa una palabra
en voz alta) hacen
una especie de capa consistente, trocitos
de saliva.
-¿Qué hora ya es?- preguntarían
pero se callan
abrumados por una tos
que los delata.


Veo cómo te miro

Veo cómo te miro.
Me oigo escucharte
en estado de excepción (lejos
y otro el dibujito del mapa)

¿Te acordás?, Molloy golpeaba la cabeza
de su madre: un lugar común si el hecho
se produce en los límites del espacio
conocido: lacasa, lalengua, lapatria.

Desde antes de los tiempos, siempre,
hijos- hijas, rompen jarrones,
piedras, nudillos
sobre las cabezas de las madres
con justa razón.

Atraídos
a la crueldad del mundo,
alejados de las tetas generosas,
heridos los cuerpos por cifras,
bisturíes, pavos reales, guerras,
noches, días, no hay
otra forma de soportar.
Sólo suma ese golpe a través
de las bruscas generaciones.
(De una función la grieta,
rotunda. Toc – toc.)


INFORME PARA OTRA ACADEMIA

Los ojos insisten en verse
como a un mono entre rejas. Grita: “tengo derecho a sacarme
los pantalones ante quien se me antoja”.
“A un mono siempre debe serle posible la fuga”, leo (en voz alta).
Pero él tiene una sola sensación, como si fuese un adorno.
Cuando saco la mirada, la ciudad está llena.
¿Hemos avanzado?
Mi semejante, mi modelo, mi auxiliar,
mi enemigo, dice: “intento sollozar sobre algún rasgo humano”.
En la City nos tapamos las bocas
asustados por el ronco grito paterno.

Aún así, como del mismo lugar, se escuchó:
“yo... soy aquel que conoció los caminos...
La pluma en mi mano.
Para escribir la palabra grata...”

Ese es el trueno que me retuerce en tu selva.
Me escurro de la mirada –que no me ve- para rescatar
-entre tanto- una mirada histórica.
Esplendor de peligro.
Reaparece una mesa, un libro, la fotografía, por ejemplo,
del viejo Pound. Tiene los ojos cerrados (y me veo en sus palabras: “...teme al tiempo...no a mis ojos”).

Los supuestos monos se fueron a dormir (¿entre las flores?).
Ya no estoy entre ellos sino lejos, hermosamente gorda
como una dorada Pavlova. (¿Por qué apiadarse
de los que reverencian su hastío?)
Lo desnaturalizado cuece sus habas en otra parte y yo,
viejo Pound, estoy próxima a tu deseo.
-¿Me estás mirando?


EN EL FONDO

El punto de verdad se descose
en la repetición del sufrimiento,
dijo una de nosotras mientras mirábamos el balde
(¿de qué color era?)
juntar el agua
escasísima
del fondo del aljibe (por la sequía hicimos
un pozo
en el lugar de la huerta. Yo amaba las ortigas,
lugares de aventura: ¡madre! ¡madre! mirá
me picaron las ortigas, está roja
como un balde mi mano.
Y en la Reservación, ella,
curandera, me peinaría).

Allá, en el fondo del aljibe
el movimiento era un paraíso y la boca
se nos llenaba
de frases que cumplíamos. Por ej: "quien se aleja
de su casa ya ha vuelto".
De sólo decirla hicimos los bolsos. Nos fuimos
a la ciudad. (Una costumbre
de mujeres, hacer acto la palabra).

Olvidadas al volver
gritamos: ñde añamembyre, ¿mba'ére
pikó oré reyá?

Podría enojarse, trancar
la puerta.

"Lublú" le insistía durante la noche
por el sufrimiento del verano y él
-la puerta abierta-
ofrecía su torso desnudo.


DICE VERDAD LA BOCA

Decía sed
y una palabra
de agua comenzó a hacer causa.

Hasta la misma nube
cedió
del ojo como un río
hacia otro ojo sabiendo
de su vaso (la montaña
de fiesta).

Demora la palabra -dijo
mientras bebíamos.

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