viernes, 9 de diciembre de 2011

Iris Giménez

IRIS GIMÉNEZ
(Viedma-Río Negro)


I

en este preciso instante se acabaron los teléfonos, los timbres,
las preguntas las respuestas.
el tren comenzó a andar. todo un tren en pleno viaje.
por el término de algunas
hojas
en blanco
no subiremos el volumen ni encenderemos luces
hasta darnos cuenta de que andamos, ciegos;
hasta que se enfríe la habitación inmóvil, antes
de perder el equilibrio
perfecto entre el adentro y el afuera
y el más afuera.
no abriremos bocas, dirás
que habla por mí una nube en los ojos
o no dirás nada.


II

los recién llegados se desnudan
se adueñan del espacio de este espacio que no tengo
en medio de
la desnudez que no puedo
que me tiene
los llegados recién de siempre se salen
de sus nucas
me miran con esos ojos
y no puedo no alcanzo
desnudez
solo tengo
punta de los dedos


III

Nunca esperé
que de las estrellas
de la noche surgieran
palabras para mi poesía,
ni sentí que la luna observaba
piadosa o implacable
mi soledad
Acaso la noche no sea
el mejor de los refugios, pero
es inevitable

//

Una vez
retuve esa imagen
furtiva
de llama encendida
en la retina de los ojos
y fue suficiente para mí

//

Pretendo que desde algún rincón
Ella
observa
pasiva, casi cruel,
mientras doy la cabeza
contra el aire fino
mientras intento abrirme las venas
y fracaso
lo mejor es esperar:
Ella sabrá por qué.


IV

sólo me interesa la poesía que interviene el aire
que cambia el rumbo o la temperatura y por qué no la textura
deja un perfume o simplemente
se vuelve irrespirable tanto
que hay que correr a abrir las ventanas
o cerrarlas

como cuando pasás al lado mío
o irrumpís en el lugar de mi abandono
y se me vuelan los papeles


V

no es el mentado desafío de la hoja en blanco.
no es falta de pulsión, mucho menos un bloqueo.
no es el terrible sol a las dos de la tarde esperando el línea C que va para las Mil.
ni si quiera es un problema de métrica.
ni de memoria.

el mejor poema que pudiera escribir ocurre
en el preciso momento que despierto de él. después
trato de ordenarlo en palabras
como si fueran, ellas, partes de ese cuerpo que ahora es mío
porque todo lo que soñamos se vuelve piel. tejido sobre tejido.



VI

a la izquierda desde la ventana del colectivo en el que viajo las puedo ver
siempre enajenadas ellas y a la vez
tan sujetas al suelo a los techos pobres de los pobres
edificios que si no demuele el organismo caerán
por su propio peso y abandono caerán
como quienes diariamente sobreviven y esperan ver amanecer
sólo para contar otro día y palomas
apostadas en los techos
como ángeles olvidados de sí


VII

cuando una tiene una duda ¿la duerme? ¿la arropa? ¿le da de comer en la boca?
la mira mirarse desnuda en el espejo
le acaricia los hombros
le cuenta los lunares
le mide el empacho con cinta métrica de costurera la buena la única la original
¿o usa el cinto del vestido guardado en el ropero hace más de veinte años?
el poder debió estar en las manos
y en el rezo en inaudible portugués que se llevó a la tumba

cuando una tiene una duda la suelta para que se vuele y no
para que se quede junto a las otras agazapada bajo la ventana del jardín

//

las dudas han empezado a echar raíces y yo no mato ni una pobre mosca
menos voy a animarme a arrancar de cuajo florecitas nuevas

//

me echo a dormir a la sombra de las dudas recién florecidas
que esta primavera vinieron tupidas y frescas
consigo
un lugar tan cómodo que al fin no puedo
ni quiero volver a salir y echo raíces también y me voy con ellas a poblar
la Eterna Duda
donde dicen que van los pobres de certidumbre
porque de ellos es el reino de los cielos
y de la tierra
que fecundan


VIII

es la primavera
el verano, otoño, el invierno
yo
vos
algo
en el aire
en la piel
en las paredes
en el suelo
en el camino
en el viaje
en las valijas
en los bolsillos
en los ojos
algo
delante del velo
velado
sin desvelo
del otro lado
en algún lado
acá o en otro
lado
de mí misma
de otro
lado
otra



IX

sucede
que de pronto los astros se marean se distraen
y los hombres quedamos a la deriva sin sentido sin razón
y si antes alcanzaba una mirada a los ojos, ahora
desprovistos de guía nos miramos
y no vemos, nos escuchamos
y no decimos nada, nos buscamos
y empezamos a perdernos.
sucede
que los astros tienen esa costumbre de quedarse dormidos al volante
y volver en sí
cuando ya no hay nada que hacer
y lo que tiene que suceder
sucede


X

buscar busco encuentro
trato puedo quiero no me deja
hago deshago deshice y me fui a dormir

corro regreso voy me quedo
en silencio
hablo digo no digo aturdo
pongo las manos en los bolsillos camino
no llego no vuelvo no hago no digo no miro
me quedo no salgo
salgo me quedo
y estoy siempre en el mismo lugar
/
hablo veo hago grito
no me oyen ni me ven no soy tangible
no existo
intermitente
no existo
hasta desaparecer hasta convertirme en algo
más blanco más pesado más denso más lleno
más oscuro más parecido más reconocido
más sujeto más abyecto más difuso
más de mí
/
sigo persigo me pierdo
no encuentro
no siento
no busco
no comprendo
me equivoco
exagero
me resisto
me canso
enloquezco / me encuentro

me describo me prescribo diagnostico medico y vuelvo

me siento
razono
observo
elijo
disiento
converjo

estoy quieta
estoy rota
abierta
dormida despierta
en el aire
tras el muro
a la puerta
en silencio
otra vez
en círculos
otra vez
encerrada
otra vez
vacía
sedienta
sin alma
toda alma
desnuda
de pie
--
estoy desnuda
y no es desnuda que estoy

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