viernes, 9 de diciembre de 2011

Amelia Arellano

AMELIA ARELLANO
(San Luis-San Luis)


DESNUDEZ DE PALOMA

“Siempre creo estar en otra escena,
y encuentro mi lugar en la que ya he perdido,
eso significa tal vez, que nunca estoy en parte alguna...”
Julia Ulceda

Esta desnudez de paloma no sé de dónde viene.
Hondo silencio. Límites. Inabordable tiempo.
Una sed estallada en el espejo.
Límites. Inabarcable tiempo.
Códigos de células. Abismos sin cancelas.
Denuda desnudez...y un letargo.
Un lugar donde estoy, pero que nunca estuvo.
Que está, pero sin mí.
Un lugar que desoye mi nombre.
Que no me toca, que me niega y me ciega.

Esta desnudez no se inicia en el páramo.
Desde más allá, viene.
A partir desde los cinco dedos de la mano.
Camafeo de angustia. Huellas digitales.
Sed de fauno. Aguijón. Lluvia. Certeza.
Sobre todo certeza.

Desde el linaje verde, bendigo esta certeza.
Esta desnudez de paloma.
Destino de gotas en la hierba. De pradera.
De brote. De hojarasca.
Que me cubre. Me puebla. Me sostiene.
Desnudez que me viene desde lejos...y me arraiga.


MIL PÁJAROS DE FUEGO

Esa mujer es una revolución.
De ríos subterráneos. De espejos. De volcanes.
Sabe que no ha nacido para.
Que no ha nacido de.

Que puede ser madre bendecida. Célula madre.
Amada. Venerada. Idolatrada.
Madre de mayo. Madre de alquiler. Puta madre.
Santa venerada. Santa bárbara. Santa Juana de Arco.
Hécate. Hechicera. Súcubo.
Que puede ser Lilith y expulsada de las sagradas escrituras.
Repudiada maldita. Amante descastada.

Sabe que puede ser paloma: tibia y quieta.
Que puede tener la fuerza de un león.
Que pude ser alondra. Camalote. Hiedra.
Que con su legua pude voltear un potro a latigazos.

Pero ella busca el fuego. El vuelo.
El trueno y las voces de las nubes.
Se encuentra con el infierno congelado del Dante.
Desempolva retratos. Genes. Sabias manos nudosas.
Cubre con cortinas de lienzo. Paradojas. Cerrojos y anatemas.

Y busca porque encuentra, encuentra porque busca:
Hoy le han legado mil pájaros de fuego.
Mil pájaros de fuego que caben en el hueco de la mano.
Mil trigales, mil esperas, mil estrellas.
El fuego la rodea, la rodean los vuelos.
Se alejan los inviernos de pedradas lentas.
De helados médanos. De chapas escarchadas.
De putas tristes. De borrachos alegres.
De rodillas rapadas. De piojos. De salitre.
De basurales con fábulas dolientes.
De hospitales. De esputos. De violencia.

Se revuelca en gloriosa soledad de orfebre.
Revive los pájaros y el fuego.
Toma, con manos frías, la lumbre, la llave y la bengala.
Mira cómo van cayendo, una a una, estrellas en el mar.

Cuando las noches se vuelvan oscuras profecías.
Allí estarán, lo sabe.
Allí estarán, al alcance de su vuelo.
El trueno, las voces de las nubes
Y el esplendor de mil pájaros de fuego.
...mil pájaros de fuego...


DUELO

“¿Tendrá por fin tu cuerpo ,sustentar
Al gusano que herede tu derroche”
William Shakespeare

Yo, Yocasta. Tengo dos piedras en mi mano.
Una, lengua cortada. Otra, oráculo de miedo.

He de evadir este puñal que me cercena el pecho.
Esta profecía, esta condena.
Ciega mis caderas. Enmudece mis muslos.

Como una cabra loca escalaré las cimas del placer.
Me dejaré llevar por el viento del oeste.
Mi sexo, bífido. Mi ánima, salvaje.
Salvaje polen. Amapolas secretas.
Oscuridad y luz. Aire y jadeo.
Y sed. Sobre todo, sed.
El páramo necesita de la lluvia.
¿La lluvia necesita del páramo?

Yo, Yocasta. Tengo dos piedras en mis manos.
Dos piedras en mis pechos. En mis pies, dos piedras.

El rey de espadas tiene un falo en la mano.
Un as de bastos, un báculo.
Y ríe...solo ríe.


REFUGIO

“He leído muchos poemas en mi vida, pero nunca había visitado uno.
Las palabras eran, las de una habitación, que me acogía”
John Berger

Traigo una piedra temblándome en los siglos.
Un talismán. Espacio de los santuarios de todos los azules.
De todos los arroyos. De todos los jirones de mi cuerpo.

El llegó porque si. Como llega la lluvia.
Nos encontramos en un rincón de la palabra nueva.
Venía de trenes de cemento .De vagones de moho.
Yo, iba buscando de nuevo, las acacias.
Una metamorfosis de Eva y de manzana.

Abrió la puerta. Y en esa puerta, desnuda, lo saludo.
Desnudez más casta que una niña en el páramo.
El llega, ardiendo en lejanías.
Con un vino callado. Tan callado.
Como un toro .Como una plaza. Como un niño dormido.
...Y recordamos juntos...
Antiguas osamentas .Enlutado país, en renuncia de trigo.
Inservibles monedas, de indescifrables signos.
Viejos profanados en delirio de escarcha.
Jóvenes amordazados de purgatorios tristes.
Niños muertos sobre maderas vírgenes.

...Y aquí estamos. Fundando otra vez, refugios.
Un oasis, una pared de pircas. Una barricada.
Con boca amarga, con resaca.
Desmenuzando una tristeza en migas.

Con una cruel costumbre. Una necesidad. Un hambre.
De sur, de norte. De vida.
Sobre todo, de vida.


PAÑUELOS

“Tengo el alma como una caravana
cargada de pañuelos ,
llena de olvidos y partidas...”
Nela Río

Dicen, que los pañuelos traen lágrimas.
Que traen desazón y olvidos y partidas.
Pero vuelven.
Vuelven como pájaros sagrados.
Rescatados de mercaderes ciegos.
Se posan en mis dudas, rozan mis tristezas.
Se enredan en mi cuello. Descienden por mis pechos.
Abrasan mi cintura. Agitan mis secretas grutas.
Cintas verdes en mis marchitas sierpes.
Vuelven por ti. Por mí. Trepan
Se adhieren a mi ramaje oscuro.
Develan trazos de aquel cielo. Ay, aquel cielo, ay.
Altas cumbres. Calandrias. Ríos de maíz. Niña Río.
Río...o lloro. Valles callados. Amorosos lagos.
Y les pregunto y me cuentan y gime mi corazón y canta.
Llanto claro de madre. Leves huellas del sudor de mi padre.
Anagramas. Nombres de mis hermanos.
Calados en las rocas.
En las huellas polvorientas de los carros.
En la certeza de aquel árbol que me espera.
Cubren las largas cabelleras de las siestas de oro.
Y las zambas y los trenes y la luna agitando pañuelos.

Dicen que los pañuelos traen lágrimas.
Que traen desazón y olvido y partidas.
Y regresos...y MEMORIA...sobre todo memoria.


ACASO, LA MISMA

Es otra, acaso es otra la que va recobrando su pelo, su vestido, su manera, la que ahora retoma su vertical, su peso... se sale por la puerta, entera y pura y no busca saber, no necesita, y no quiere saber nada de nadie....
Idea Villarino

Dentro de mi cuerpo, mora una mujer que no soy yo.
Dentro de mi carne, se desangra una mujer que no soy yo.
Sentada en mi sillón de mimbre sostiene el cuerpo que no me pertenece.
La que habita mi casa y habla con mi voz, no soy yo.

Me asustan, en la noche bestias hambrientas.
Una mujer, que no soy yo, se deshace en gritos
En mi corazón, retumban, sus latidos.
Siento el terror de animal maniatado.
Esa mujer, que no soy yo, huye con mis pies.

Unas manos, que no son mías, borran mi autorretrato.
Mira el precipicio de La Garganta Azul.
El vértigo, las nauseas y el sudor, lo siento yo.
Parada y quieta en el umbral del tiempo, veo, mi cuerpo que salta al abismo de la noche.

La sombra que reflejan mis pasos es de una mujer que me es ajena.
A esa mujer que no soy yo, le besas y le muerdes la boca.
La mujer se desnuda. Se quita los vestidos y los deja en el suelo.
También mi corazón.
Yo, restaño la sangre de mi herida.
Un mujer que no soy yo, extiende mis manos y alimenta los pájaros.
Los pájaros comen, de sus manos, mis propias migajas.

Una niña que no soy yo, mira con mis ojos la amante de mi padre.
En unos ojos que no son míos, queda suspendida una lágrima ajena.
La niña que no soy, escucha con mi oído el tango “Sur”
Quedan cicatrices en mi piel de la fábula que no es la mía.

Una mujer que no soy yo, con mi luz, enciende una vela.
Iluminados jirones de infancia, en fosforescencia de retamas, encienden el día.


LOS ROSTROS DE LAS HOJAS

Dedicado con inmenso afecto a mis compañeras del Movimiento Internacional “Los puños de la Paloma” A NORMA SEGADES, por su lealtad, por su tesón, por su compromiso con la palabra

Azrael, no hay luz sin sombras, ni muerte sin vida.
No hay temor, sin anhelo y si han olvidado nuestros nombres es porque nos recuerdan... más que nunca.
Abrázame Azrael. Hoy tengo mucho frío.
Frío de rojo oscuro, de bronce, de cementerio gris.
Abrázame, que huelo a ausencia.
Huellas de piadoso olvido. Van y viene. De aquí, de allá.
Reencarnación que viene desde los desiertos más puros.
Desde la albahaca, de los crisantemos, de los brezos.
Desde los salitrales, de los ríos de azufre.
Has escrito y borrado mi nombre, tantas veces. Tantas.
Lo has escrito en destellante luz o en ébano
En los serenos ojos. En los miserables agujeros de la soledad.
Abrázame que hoy me duelen los rostros de las hojas
Hojas que no caen. Plurales, singulares.
Las manzanas de yeso, las estatuas.
El sudor y la frente y la boca y las naranjas agrias.
Cubre mis pechos un escorpión insomne.
Una orfandad. Una patria desnuda.
Lloviznas ácidas de egoísmo y envidia
Dioses de arpillera que huyen.
Y los busco y los persigo y doblan en la esquina del deseo.

Abrázame que hoy tengo río
Y me duele tu condena, que es la mía.
La lengua descalza hasta la pantorrilla.
El olor a moho, en el pelo.
En las sábanas. En las sienes.
El olor a rosa madre de carne deshojada.
A las urgentes batallas perdidas.

Abrázame. Tengo frío de barcos y las huellas, son vagas.
Marcas en la rosa. En el sedal En la metralla.
Figuras. Contraseñas. Y cruces.
Y la brújula está rota y no encuentro el este.
Y aun no he podido descifrar los signos.
Y no encuentro los códigos secretos.
Y añoro, y me arrodillo.
Y una flecha de luz emerge de las hojas.
Y se detiene. Allí mismo. En el mismo lugar.
Se detiene.


DOÑA JUANA, PÁJARO Y PRADERA.

“No hay que tener miedo ni de la pobreza, ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo”
E de Frigia

Doña Juana es gorrión y pradera.
Carga sus ochenta rosas penitentes.
Levemente.
Cual si fueran pétalos de seda.
De cristal. De vuelo de palomas.
Ha evadido el valle de las amarguras.
Y ama, apasionadamente.
Esta arena, esta tierra arcillosa que es su boca.

No le teme a la pobreza.
Es solo un monstruo ponzoñoso, dormido.
La ha escuchado llegar como el retumbe de mil potros salvajes.
Y le ha abierto la puerta, de par, en par.
La puerta de entrada y la puerta de salida.
-Solo es cuestión de tiempo-

Conoce la pobreza, como el río natal.
La ha visto trepar sobre la roca niña.
En los jazmines, en los sauces, en los palos santos.
En las madre - selvas varicosas.
En su luz. En las alas del sol.
En los techos espejados de escarcha.
En el agua oculta bajo la hiedra seca.
En su sed y en sus vides.
En su hambre y su saliva amarga.
En dulcísima pulpa de duraznos tempranos.
En sus benditas manos rocallosas.
En su oficio de ayeres.
En su canto de salvaje alegría.

En su canto... y su perenne eco.
Un eco, y otro eco, y miles ecos más.


Y ERA SÁBADO.

Qué hermosas son las centáurides, aunque tengan cuerpo de yeguas; porque algunas crecen de yeguas blancas, otras de yeguas castañas, y el pelaje de otras es manchado, pero todas brillan como las yeguas bien cuidadas. También hay centáurides blancas que crecen de yeguas negras y la oposición de colores produce una criatura unida de gran belleza.
Filóstrato, El Viejo

Era sábado.
Los instintos se ocultaban en la bruma.
La cordura era un caballo negro, desnudo.
Blanca luna de plata.
Grabamos, en un pacto rupestre.
A fuego lento, enardecidos.
A fragua y yunque.
Extrañísimos. Secretísimos signos.
Astrágalos.
Si alguna vez emigro de tu cuerpo.
-Recuerdo que dijiste-
Búscame aquí. Te estaré esperando.

Y ahora ha emigrado el corcel y el hombre.
Mi perfil te busca
Tengo las zarpas rotas. Hay verbenas salvajes.
Entre ellas, casi dormida, una mansa yegua.
Y era sábado.


DE MUJER A MUJER **

Aquí en tus parajes terrenales.
De mujer a mujer.
Yo te convoco Lucila Godoy.
Muchacha triste de la desolación.
Amor y muerte.
Suicidio de preguntas sin respuestas.

Aquí te nombro Lucila Godoy.
Y tu ausencia suena como guitarra rota.
Y aun te buscan el enebro y el olmo.
Y el polvo extraña las huellas de tus pies pequeños.

Y te nombro y se enciende el olor a los almendros.
El olor a madre y pan casero.
El río llora en cada grieta de las piedras.
El viento gime y se tiende a tu lado.

Yo con la Potestad bautismal del Río Elqui.
Te bendigo Gabriela Mistral.
Tu cuerpo desnudo calla y duerme.
Y el eco de los desfiladeros en la Cordillera.
Es tu canción de cuna.
Y la nuestra Lucía Godoy. La nuestra

**- octubre de 2011-
Poema leído en las cercanías de la tumba de Gabriela Mistral… o Lucila Godoy : Dedicado a las mujeres del mundo , a las chilenas y a mi amiga Marta Zabaleta.


TU BOCA

“El primer beso no se da con la boca sino con la mirada”
Tristan Bernard

Calla, amor. Calla y dame tu boca.
Yo te he dar mis ojos, mi mirada, mi pausa.
Es noche de conjuros y de lobisones.
El séptimo hijo cae en los abismos.
La serpiente se arrastra y el ángel cae.
En la cueva de Merlín hay sonidos extraños.
El búho se esconde y la cigarra calla.

Dame tu boca de jazmín de leche.
Tu boca andrógina en mis pechos de hembra.
Se mono. Pez azul. Ballenato
Dame el milagro de tu concavidad de fugas y corcheas.
Tan exacta Tan certera.
Tan puntual .Como la milenaria brújula del viento.
Tu boca, ansiosamente dolorosa.
Tu boca, rumor de tallos y espumas de azucenas
Tu boca, tu boca universal.

Tu propia existencia te sostiene.
Como el aire tibio, la arena y el deshielo.
Me sostiene tu boca.
Improvisado poema de mí especie: Huerto fértil.
Y tu pulso, mi niño, ah, tu pulso.
Latido .Lirio irredento. Espurio. Casi saciado.
Duerme mi niño, duerme y calla tu boca.
Afuera. Lejos de mis brazos.
Deambula un mundo, sin promesas.
Sin promesas, un mundo.

1 comentario:

  1. Querida Amelia: me pasa que suelo navegar en busca de información por la red, y más de alguna vez he tenido el agrado de encontrarme contigo, con tu hermosa palabra poética.
    Bellísimos tus versos.

    Vuelvo a dejarte mi admiración y un abrazo gigante desde Chile!

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