viernes, 9 de diciembre de 2011

Gina Escobar

GINA ESCOBAR
(Oberá-Misiones)


¡HASTA LA VICTORIA, SIEMPRE!

La sangre inocente
alimenta la gula del poder
como una costra
en el costal de la epopeya.
El miedo acalla el trino
entre secretas hojas.
Los rostros son muecas
de expectación y espanto,
la suerte parece esquiva, a veces.
Los unos, ya no tienen retorno.
Él, mira desde la cavidad del recuerdo.
Los pétalos de unas manos,
otro murmullo de selva,
las risas, los cuidados,
otras sierras.
Para su derrotero,
tampoco hay vueltas.
El aire mengua,
las fuerzas se atenúan.
Sus agallas le impelen
la razón más urgente.
Penetra la humedad
y la fiebre es traicionera.
Círculos de mosquitos
arremeten contra la impotencia.
Silencio y fango,
calor infecto.
Creció con la muerte
y ya no teme.
Sabe que es el camino,
juega a que es cierto.
La utopía inflama
los estrechos pulmones,
es taxativo mandato
la dignidad del pueblo.
La pasión, sus ojos,
su sonrisa, la estrella.
Ha abierto una página
en la historia
y su única palabra final


A ANDRÉS ARTIGAS

Surgen de en medio del humo
de sus pueblos que se incendian,
las montoneras fantasmas
una y otra vez golpean.
Tiembla de ira el esclavista
¿dónde están que no se enfrentan?
Y en exterminio sangriento
comienza su negra siega.

Un niño indio de ojos
grandes como dos estrellas
ve degollar a su madre
en medio de la refriega
y allí está también temblando
de dolor y de impotencia
con su hermanito en los brazos,
arrodillada, su abuela.

Temible Das Chagas Santos,
jefe de la horda abyecta,
reptando como serpiente
sale de su madriguera.
¡Vaya con su valentía!
¿A quién combate presenta?
¿A los niños,a los viejos,
a las madres?, ¡¿las abuelas?!

Sangre de raza nativa
corre abonando la tierra
y para que nadie olvide
esas invasiones cruentas
Tupá dió el rojo a su suelo
y Artigas a las banderas
rojo listón sobre el cielo
y el blanco de la pureza.

Entonces, la evocación
del horror de las bandeiras,
en un alarido aullante
hace estremecer la selva.
Grito bravío del tape
repica de sierra en sierra.
Si por indio ya es valiente,
este dolor, lo enajena.

Lanza en ristre, ojos de fuego,
en la mirada, fiereza,
acero en la decisión,
inteligencia, nobleza.
Así es Andresito Artigas
el Mesías de la Selva.
Místico, genio y titán.
¡No hay nadie que lo detenga!

Con el corazón ardiendo
coraje que desenfrena,
lanceros indios lo siguen
¡qué heroica casta es aquella!
Sólo armados del valor,
su coraza, una quimera.
La Patria Grande que Artigas
va forjando en su epopeya.

Curaeté los convoca
pueblo en pueblo a la defensa
del ideal libertario
que destruye las cadenas.
Todos a un tiempo responden
Tiraparé, como flecha,
Abiaró, Baybé, Oberá,
Uré y Cahiré se le pliegan.

¡Tantos mas! Desconocidos
en la cruzada fraterna,
Así se nutre la Patria
de la simiente guerrera
y el espíritu jesuita
que es esencia del “sistema”.
Y se levanta orgullosa
la Nación Guaraní entera.

Pero aunque un dolor muy grande
a Andrés Artigas desvela,
no podrán callar su causa,
nunca torcerán su meta,
aunque los blancos pretendan
pequeñas republiquetas
pactado a espaldas del pueblo
con la corte portuguesa.

Cómo duelen José Artigas
y Andresito ¡Qué tristeza!
Víctimas de la traición,
de tanta urdida bajeza
de esos héroes, que en el bronce,
ponen como una afrenta
a la razón de los hombres
y a sus figuras señeras.

Más, hay un pueblo, Andresito,
el que todavía piensa
que comprende que tu lucha
y tus ideas son inmensas
como inmenso es el amor
que en su recuerdo te ofrenda
y para él no estás muerto,
porque en el alma te lleva.


A TIENTAS

La tarde , tal vez,
enloquezca de ganas
y sólo consiga
unos pasos vacilantes
en la niebla.
La noche
cae de rodillas
con las pupilas abiertas
Aguardando.

No sé
qué infinita desazón,
impúnemente insomne,
drena el cauce
de las certidumbres.
Dudas, haciéndose hábito y,
finalmente,
ya ni sé si amanece.


A-CONDICIONADOS

Los pájaros
acallan su fatiga
en la llamarada
del cénit.

Verdugo de la siesta,
el duende,
acalorado y cansino,
ya no tiene ganas
de asustar a nadie.

Ardiente inercia
que paraliza
justas rebeliones
cuando el norte arrecia.

No descansa el opresor
Sin vacilar,
nuevas sujeciones
elucubra .

Por supuesto,
tiene aire acondicionado.


APOTEÓSICA

Fue mirarnos
y aquellos ojos,
transitaron
de dulzura
a crucifixión
en un instante.
Voltaico hilo
imperceptible
provocó un shock
incandescente
en nuestros cuerpos,
y sus vestidos,
no alcanzaron
a cubrir
aquel deseo.
Fuera de mí,
ya extraviada
en ese abrazo
gigante y tierno,
como venido
desde el tiempo
de los tiempos,
un convulso temblor
aflojó mis rodillas
ganándome el mareo,
cuando su boca,
voluptuosa y mórbida,
se engarzó en la mía.
Después su lengua,
sus manos…no sé,
después…no sé…
ya no era yo…
Fue el apoteosis.


VICTORIA FINAL
A los combatientes de Malvinas

Mar azul
blancos en destello
en el aire flota
una metáfora de bandera.

Los niños beben en ella
y desandan su rastro
de ángel incorpóreo
Lastimadas sus alas
sin blindaje
en el peñón descarnado
de las islas.

La utopía
huele a pólvora
entre los hombres sin meta.
Esos
que conducen a los niños
por las cornisas de la muerte.
Esos
que vomitan su odio
engrosando helados cementerios.

Ellos siguen
sin embargo,
tras un sueño
que los lleva
hechos jirones,
desgastados.
En sus ojos
una novia, una madre,
una patria.

Certera,
la muerte reclama
para su hermana ,
la locura,
algunas sobras
que no pudo segar
en la rapiña.

Pero ellos
siguen…
esquivando presagios,
alucinando auroras desde el iris
siguen

Nada los detiene

Por las playas pedregosas
por la sal
el agua
el aire

persistirán en su batalla

a pesar de las estatuas
y las flores

a pesar del cínico homenaje

a pesar de las calles sin sus nombres

a pesar del hueco en la memoria

porque la victoria
es el germen que los mueve
y no se vence
a quienes no se rinden.


SUCEDES

En pasajes de reflexión,
madura amalgama
de filosofía y praxis
sustentadas. Lo sé. No debes.

En la persistencia
del devaneo estéril
nuevamente se confirma
categórico. No puedes.

Más, en la oquedad de los días,
anatema al discurrir
de toda ontología,
aún displicente. Sucedes.


IGUAZÙ

Frontera de orquídeas
balcones de agua.
En su frescura
un reclamo
de hojas nativas.
Perennes.

Matriz de cielo y monte
ruge algarabías
No sabe que
Paranà abajo,
un murallón insensato
tiende camas
a la muerte.


BOOMERANG

Escriba
de mi piel,
letrado
erudito
en mis afectos.

Fiscal y juez
impertérrito
dictando
mi trágica
condena.

La tristeza
me borró
el sendero,
pero clandestina
y rencorosa…

se quedó en tus ojos.


EPíFITO

Huésped constrictor
ciñendo mis ramajes
lamió mi sombra
sin testigos
arrancó mi piel
sin pedir permiso
y se llevó mi savia…
sin atenuantes.


EL CANDIDATO

El olor a ungüento
limpia-pasados
llega hasta el alma.
Pero no bruñe.

Decorativas marquesinas
de olvídenlo todo
con colores y estruendos,
logran disipar
memorias imprudentes.

Minutos milagrosos,
estimables minutos .
Los suficientes
para salir airoso
en la contienda.

Pronto se disipa el humo…
pero ya es tarde.

2 comentarios:

  1. Gina, querida, qué bueno es poner la palabra al servicio de las ideas! Me encantó leerte.

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  2. Muchas gracias,estimada Susana.Pienso lo mismo de vos.Gracias también a quien tiene la gentileza de publicarme.

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