viernes, 9 de diciembre de 2011

Lucrecia Coscio

LUCRECIA COSCIO
(Salta-Salta)

MENINA (PLAGIANDO A HERA POR ABRAPAMPA)

Vienestando estasviendo
estancandomesticando
vienes royendo prójimos
mientras les das la
paz
Alcabala, alcabalero
abalorio de sueños muertos
alcabala, alcabalero
me entregaste al abastero


(LA SALA DE LA PESTE)

hilando cuentas de goteras,
durante la noche,
niebla el áureo rostro
de mi primera escuela.
Sube el frío por las zapatillas blancas,
y las medias tres cuartos
por las blancas tablas
del invierno

Sentada al borde de los acantilados
destejiendo tu regreso….
siquiera la penumbra
de luz impaga,
la ristra de culpas,
el clon de mi angustia
sonriendo
Hasta la ternura
del orfelinato de los sueños
meciendo cunas vacías,
sin quejas, ni llanto
ni descanso


QUÉ SE DESPLOMEN LOS PORTONES,
DEL PALACIO

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave... Vallejo C.


y se esfumen los postigos,
hilando crujidos de maderas viejas

Qué aleteen los techos hacia el cielo
y enciendan fogatas gigantescas,
qué se escondan los niños
que se refugien los viejos de la gran siesta
y este ardor que termina por
comerse mis costillas
Qué deje de temblar Venus,
entre las pestañas

Qué estalle la caldera
en nombre de orden
no sé...
¿ Señor que duermes ?

Si esta noche no comemos….
Danos algo de creer

Qué se desplomen los portones
del Palacio
y se esfumen los postigos,
hilando crujidos de maderas viejas….

Qué aleteen los techos hacia el cielo
y enciendan fogatas gigantescas


(ENTONCES, PAPÁ CANTABA DOS PALOMITAS…
JUNTO A MI CAMA).

¿Quién ha cortado?
Cuando al fin sentía que los ojos se cerraban,
acostaba mis párpados,
tus bellas alas
para que el sueño, los llevara.
Recuerdo a los óstracas
atrapados en el limbo….
paloma
Recuerdo, en las playas de la antigua Argentina,
al hombre de pie
(que ve marcharse al alma por las abiertas
bocas de nácar)
Ha detenido
Entonces….las lapas aferradas
al acantilado de la nuca,
las caracolas y caracoles,
asidos a los pliegues y agujeros de mi ropa
tu vuelo.


ERNESTO

Ernesto no respira
Apenas esboza una mirada
de arroyo
en el ritmo desesperado de sus
bronquíolos,
profundamente rebeldes
y mágicamente equivocados.
Para esos ríos en plena quebrada
del territorio de sus pulmones
lo vieron recoger gotas del aire
en hojas del Chapare,
aquella tarde.
Lo vieron alimentar a un niño
con pétalos de pasionaria
y arrojarse a la muerte,
una y mil veces
abrazado a la higuera
del precipicio de
nuestra Latinoamérica
Regresó...
del sudor de la frente y el hedor a bagazo
Regresó sin saberlo
del agua con que lavaron su sangre
para que nadie la viera.
¿Quién querría hermano, morir en una escuela,
con cada izamiento, todos los días ?
¿ Acompañarse a la tumba,
por un agente de la C.I.A. ?
Señor que duermes:
Contra toda naturaleza,
queremos despertarlo.
Contra la década del silencio
queremos respirarlo.
Tan solo unos cuantos combatientes,
atrapados en la selva,
para devolvernos su rostro
para poder siquiera nombrarlo
(queremos despedirnos)
porque nadie ha logrado
inscribirnos la leyenda:
Ernesto no respira


HILDA CARDOZO

Abrir la boca durante los cánticos
puede salvarnos de los infiernos
Lo dejé desarmarse contra el paladar
antes que lo trituren los dientes;
No pudo encontrar la salida
hastiado de salivas y mentiras.

La Perla fue un mal sueño, Hilda
Mientras los grandes sacaban fotos
arrastrábamos los ruedos de pequeñas novias
entre las hortensias y las colas de las comadrejas
arrastrábamos los ruedos , Hilda
Tres días sin pecar para abrirle los labios a Cristo
tres días a cambio de la vida toda
pagaron indulgencias, las madrinas
y escapamos al merengue del ocaso
para conocerte acaso
Hilda,
entre las hortensias, las celestes
y las colas de las comadrejas
que no lo sepan los grandes
que los grandes no lo sepan
que incineraron tus pechos
hasta hundirte los pezones
que incineraron tus pechos
Hilda
Una ronda de coronas
y lazos blancos
guardará nuestro secreto
sellaremos los labios
porque esos hombres malos
se lo harán a nuestras madres
si nosotras hablamos

Los grandes creen que jugamos.
Los abriremos entre los cánticos
y rezaremos
Hilda

La Perla fue un mal sueño
Hilda
Los grandes creen que jugamos


(DETRÁS DE LAS REJAS DEL TORNO)
SE ASOMA JUANA

A la sombra
del ombligo del gigante
que de niña, me dormía
hasta las constelaciones
de los sueños.
Dejarte entrar al jadeo
del valle más oscuro del nectario
y sucumbir
al aroma de tu piel de lluvia
sobre el crujir de mis terrenos.

Durante la gran sequía,
la tentación de la descendencia
o simplemente...
de tu cuerpo.
Pecarte
al tintineo de tu brisa
sobre mis colinas,
al respirar de una corola
entreabierta por los siglos.


LA SALA DE DÍDIMO

la piel tersa
desestriada
acelulítica
sonrosada...
el entretejido
de mis piernas nacaradas,
al soplo de las luces
que me escarchan,
celulitis abueladas,
madrestriadas,
palomitas de escuela
al escarnio de las telas
de los sastres
sin lunas, mis vecinas,
ni cometas...
barnizadas en pócimas secretas.
Esculpidas rodillas al crepitar
de las ideologías.

Entra el Abastero:
Vendo la historia en fascículos
escritos por minúsculos escribas
derramando su tinta
en tus caderas
Vendo la seda del gusano;
que ha depurado los puntos negros
de la existencia.


MONÓLOGO DE LA CASA

que te respiro
al parpadeo
de azares
del verano

al aleteo

de tu cuerpo,
quitándome el aliento.
Que te aspiro,
que te bebo en sueños,
que me hundo en la brisa de tus poros,
que llevo a mi cama tu viento.
y no me arrepiento

He pasado la tarde
imaginando tu casa

¿Porque despiertas las musas y las hechiceras
y todas las mujeres ?
que contengo.


POR LOS TECHOS DE AGUA
ENTRAN MIS HIJOS

Llorar calostro
sobre los ríos blancos
que desciendan
a los valles,
la cama es justo el lugar
para volver de los sismos,
arrullo…
de ojitos suspendidos
amarillentando pimpollos
de coronas navideñas

Al umbral de nuestra casa.
nenúfares de mis brazos
en los brazos de mis padres,
canciones somnolientas
de alas y estrellas,
al borde del precipicio del Universo
jugar al trapecista
pendiendo del horizonte
con mis niños, en brazos
entre el mimbre y el algodón
del moisés que todos habitamos;
El leve parpadeo, al despertar,
cada tres horas, la boquita sedienta
El cuerpo tallado por los dioses
a la forma de mis brazos
de nenúfares, los abrazos
que apenas rodean mi cuello

y me sostienen,

manitos cerradas
para retener la harina de la vida.

Desvanecí una sonrisa
de mimo
de dios
de fantasma
de recién nacido
y felizmente
lo olvidé.

2 comentarios:

  1. Leo a Lucrecia y me digo: he aquí alguien que se toma bien en serio la misión de las poetas. Bravo.

    ResponderEliminar
  2. Un paseo deslumbrante por las lineas de una poesia que atrapa al lector y lo deja libre de parpadeos. Claudia

    ResponderEliminar